jueves, 5 de diciembre de 2013

Rocha, un crack de todos los tiempos Quienes vieron al exfutbolista salteño, que falleció el lunes en Brasil, coinciden en que fue un jugador extraordinario, ídolo en Peñarol y São Paulo

Rocha, un crack de todos los tiempos

Quienes vieron al exfutbolista salteño, que falleció el lunes en Brasil, coinciden en que fue un jugador extraordinario, ídolo en Peñarol y São Paulo

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- 04.12.2013, 05:00 hs - ACTUALIZADO 08:50Texto: -A A+
Pedro Virgilio Rocha, ídolo de la selección uruguaya, de Peñarol y del São Paulo, murió el lunes por la noche en San Pablo, como consecuencia de una enfermedad degenerativa y un día antes de cumplir 71 años. Rocha murió en su casa, después de una lucha de cinco años contra una atrofia en el mesencéfalo, enfermedad degenerativa que afectó a su habla y su capacidad de locomoción en los últimos meses.
El volante es el único uruguayo que disputó cuatro mundiales (Chile 1962, Inglaterra 1966, México 1970 y Alemania 1974) y para muchos es considerado el mejor futbolista en la historia del país.
El Verdugo, como se conocía al futbolista oriundo de Salto, ganó con Peñarol ocho títulos del Campeonato Uruguayo, tres Copas Libertadores y dos Intercontinentales; marcó 81 goles.
En São Paulo, club que defendió entre 1971 y 1977, Rocha disputó 393 partidos oficiales y anotó 119 goles.
En Brasil, el exfutbolista uruguayo jugó también en el Coritiba, Palmeiras y el modesto Bangú. Después de su retiro en 1980, cuando defendió al saudí Al-Nassr, Rocha decidió radicarse en Brasil, país donde dirigió a 17 clubes, entre ellos  Internacional de Porto Alegre, Coritiba, Portuguesa y Guaraní.
El último equipo que Rocha dirigió fue el modesto Uberaba, que disputa el Campeonato Mineiro, en el estado de Minas Gerais, y al que dejó en 2009 cuando comenzó a tratarse de su enfermedad.
En un comunicado, el São Paulo expresó su “profundo pesar y nostalgia” por el fallecimiento de “eterno crack”, “uno de los mayores nombres de la historia del tricolor”.
“La magia y la mística de Pedro Rocha estarán para siempre en las páginas de oro de la trayectoria del São Paulo FC, que se solidariza con la familia, amigos y admiradores de este notable genio del balón en este momento de dolor y nostalgia”, apuntó el equipo paulista.
“Pedro Rocha fue ídolo de mi generación. Fue un espejo para todos los jugadores uruguayos” dijo el exzaguero Darío Pereyra, otro futbolista que brilló con la camiseta de São Paulo.
Pereyra también destacó, como todos, que Rocha “además de excelente jugador era una persona correctísima”.
Pablo Forlán, padre de Diego, fue durante muchos años compañero de Rocha, por eso “es un  día duro porque se fue un grande, no solo como jugador sino como persona. Un grande del fútbol mundial. Mi familia está de duelo. Un volante que haga tantos goles es difícil, de derecha, zurda, cabeceando. No empezó siendo un gran cabeceador y terminó siendo un eximio cabeceador porque se quedaba a entrenar”.
Diego publicó también su pesar en Twitter: “Partió Pedro Rocha UN GRANDE. UN SEÑOR. Formó parte de la historia gloriosa de Peñarol y honró la camiseta celeste”.
El sitio oficial de São Paulo, donde Rocha brilló durante los últimos años de su carrera, publicó “Obrigado, Verdugo” y lamentó la desaparición física del “inolvidable” Rocha, a quien llamaban Verdugo.
El diario Folha de San Pablo informó que los restos del salteño fueron velados en el Memorial Parque Paulista, en Taboao da Serra, San Pablo, y que el entierro se realizó ayer de tarde.
“Fue un jugador de la grandeza de Ademir da Guia y Zico”, destacó el exdirigente de São Paulo, Marco Aurelio Cunha.
Estadao de San Pablo publicó una galería de fotos del exfutbolista, también Folha y Globo Esporte detallaron momentos de la carrera del uruguayo.
Rocha murió, pero dejó su estela de formidable jugador para siempre.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

SE FUE EL ÚNICO JUGADOR CELESTE QUE CONCURRIÓ A CUATRO MUNDIALES Sin retorno: Pedro Rocha entró al arco Murió Rocha. La noticia, surgida en la mañana del 23 de noviembre pasado, no fue sorpresa. Hacía años que se esperaba.

SE FUE EL ÚNICO JUGADOR CELESTE QUE CONCURRIÓ A CUATRO MUNDIALES

Sin retorno: Pedro Rocha entró al arco

Murió Rocha. La noticia, surgida en la mañana del 23 de noviembre pasado, no fue sorpresa. Hacía años que se esperaba.
Jorge Savia
Es que en noviembre de 2007, cuando Uruguay jugó con Brasil por las Eliminatorias en San Pablo, Ovación lo reunió en una charla con Darío Pereyra y Pedro, que por la ingesta de medicamentos que le eran vitales ya tenía el rostro delimitado por unas redodences que no eran naturales, hablaba lento, pausado, como si estuviera cansado de tanto trajinar la cancha, yendo y viniendo de área a área con su tranco casi de maratonista y zancadas largas, como lo hacía cuando jugaba.
Sin embargo, no; Rocha zafó aquel sábado. No entró al más allá. El destino quiso que quedara la sensación de que había entrado y salido, tal cual lo hizo en la que -como ídolo indiscutido de Peñarol- haya sido, quizá, su jugada individual más visceralmente recordada, cuando (ver nota aparte) eludió al arquero rival en un clásico, entró con la pelota al arco de la Ámsterdam, dio una vuelta por detrás de la raya y salió trotando -con la pelota al pie- trotando hacia el medio de la cancha.

Desgarro.

Después de eso, entonces, sí; la vida, o la muerte, decidieron que Rocha se fuera el lunes pasado, como su extraordinaria trayectoria lo merecía, al fin y al cabo: bajo un palio de reconocimiento y congoja menos partidario, y más acorde a lo que representa su figura en el marco de la historia del fútbol uruguayo.
Es que el "Daro", como lo llamaban en el Cerro -su barrio natal- de Salto, no sólo es el único jugador celeste que asistió a cuatro mundiales y, por reconocido y respetado, hasta los propios hinchas de Nacional que lo vieron jugar, aunque lo sufrieran bastante, hoy se preguntan con nostalgia qué pudo haber pasado en el Mundial de México si en el debut contra Israel no se hubiese desgarrado y quedara descartado para todo el campeonato.
No es para menos. Jugando de entreala -hoy, volante- derecho, solía bajar hasta las cercanías de su área para luego, desde allí, armar el juego que él mismo era capaz de rematar, tras un largo recorrido que era devorado por sus piernas largas, con su más característica arma de ataque: de tronco erguido, sin encorvarse, recortaba la marcha, enganchaba para cualquiera de sus dos perfiles, preferentemente el derecho, y sacaba el latigazo fortísimo, espectacular, que en la mayoría de las veces parecía que iba a hacer explotar la red del arco contrario.

Goleador.

No en balde, pese a esa función que lo llevaba a retrasarse y desplegar un largo e intenso trajinar adentro de la cancha, el salteño fue el goleador de la Copa América de 1967 que Uruguay ganó en el Estadio Centenario, y también tres veces (1963, 1965 y 1968) del Campeonato Uruguayo.
Impresionante. Igual que su palmarés, potenciado por la circunstancia no casual, sino vinculante, de haber integrado grandes equipos, que dejaron una marca con sus campañas: en 1960, 1961, 1962, 1964, 1965, 1967 y 1968, "El verdugo" -como le puso la hinchada de Peñarol por la imponencia de sus golazos y, sobre todo, sus goles en los clásicos- fue campeón uruguayo con Peñarol, además de campeón de la Copa Libertadores en 1960, 1961 y 1966, campeón de la Copa Intercontinental en 1961 y 1966, y campeón de la Supercopa en 1969; mientras que en 1971 y 1975 fue campeón paulista y en 1977 de Brasil con el Sao Paulo.

Pelé.

En todas esas conquistas, además, Rocha fue un jugador gravitante, al punto tal de que a principios de los 70 el mismísimo Pelé lo consideró como uno de los cinco mejores del mundo, y también fue elegido como el mejor del año por el periodismo deportivo en Brasil, cuando "o Rey" todavía mantenía su rutilante vigencia en el Santos.
Tal vez por esto último, el salteño se quedó para siempre, no sólo en San Pablo, sino viviendo a pocas cuadras del estadio Morumbí, donde, pese al paso del tiempo, hasta hace poco el Sao Paulo lo seguía llevando como invitado de honor a un palco Vip cuando jugaba un partido importante.
Con esa imagen, pues, el lunes pasado Rocha entró al más allá. Esta vez para no volver. Se debe haber quedado prendido a la red de la eternidad, para sacudirla por última vez con un dato íntimo que lo sitúa, en cierta medida, dentro del espectro histórico del fútbol uruguayo: el 3 de marzo pasado, cuando murió Luis Cubilla, se le recordó como uno de los grandes delanteros de todos los tiempos; y es exacto. Pues bien, en las divisiones inferiores de Peñarol, y después en el equipo principal, al "Negro" nunca le gustó jugar de puntero; es que no era puntero: llegó desde Paysandú como entreala. Se corrió -o lo corrieron- porque en ese puesto estaba el "Daro" que había llegado desde Salto.

martes, 3 de diciembre de 2013

CONFIRMADO Murió el ex futbolista aurinegro Pedro Virgilio Rocha Publicado el 3/12/2013 - 9:16

CONFIRMADO

Murió el ex futbolista aurinegro Pedro Virgilio Rocha

Publicado el 3/12/2013 - 9:16
Pedro Rocha
El ex futbolista de Peñarol, San Pablo y la Selección Uruguaya, Pedro Virgilio Rocha, falleció este lunes en Brasil, según confirmó su hijo a la prensa local. El pasado 16 de noviembre se había difundido la noticia de su deceso, lo que fue rápidamente desmentido por su familia.
Rocha murió en su domicilio en la ciudad brasileña de San Pablo, un día antes de cumplir los 71 años, como consecuencia de una enfermedad degenerativa que sufría desde hacía cinco años, situación que incluso le había provocado dificultades para hablar y desplazarse. La información del fallecimiento fue confirmada a los medios de prensa brasileños por su hijo Pedrinho.
El mediocampista apodado “El Verdugo” era considerado uno de los mejores futbolistas de la historia. Incluso, el rey Pelé lo ubicaba entre los cinco mayores jugadores de todos los tiempos.
Nacido el 3 de diciembre de 1942 en el departamento de Salto, Rocha fue siete veces campeón uruguayo con Peñarol, en tres ocasiones campeón de la Libertadores de América y dos veces campeón del mundo también con la camiseta aurinegra. Además, fue campeón de América con Uruguay y participó en cuatro mundiales con la selección celeste entre 1962 y 1974.
Jugó en San Pablo desde 1971 a 1977, donde convirtió 119 goles en 393 partidos. El mediocampista también jugo en Curitiba, Palmeiras y Bangú y en 1980 cerró su carrera profesional en el Al Nassr de Arabia Saudita.

Pedro Rocha, el exquisito

Pedro Rocha, el exquisito

Poseedor de una técnica depurada y una pegada soberbia que le permitía colocar la pelota en el lateral de la red en los penales, integró el equipo de Peñarol que ganó el primer quinquenio y es aún hoy el único jugador uruguayo que jugó cuatro mundiales.
Rocha junto a Cubilla en México 1970, dos cracks que ya no están. Foto: Archivo El País
mar dic 3 2013 10:06
Un día antes de cumplir 71 años, Pedro Virgilio Rocha falleció en su casa de San Pablo, donde estaba radicado desde que abandonó el fútbol, producto de una enfermedad que lo tenía a maltraer desde hacía mucho tiempo
El lunes por la noche llegó la triste noticia sopbre Pedro Rocha, quien fuera un exquisito jugador, de los más técnicos que surgió del fútbol uruguayo, con una pegada fenomenal que le permitía, por ejemplo, rematar los penales de tal forma que el balón entraba y daba en la parte lateral de la red y un físico privilegiado
El mediocampista multicampeón dejó un recuerdo imborrable entre todos los amantes del fútbol y, sobre todo, en los hinchas de Peñarol y San Pablo, equipos en los que disputó la mayor parte de su carrera.
Rocha se consagró campeón ocho veces con el Club Atlético Peñarol (1960, 1961, 1962, 1964, 1965, 1967 y 1968), siendo parte del primer quinquenio del elenco mirasol. Además, obtuvo la Copa Libertadores de América en 1960, 1961 y 1966, la Copa Intercontinental en los años 1961 y 1966 y en 1969 se coronó Campeón de la Supercopa de Campeones Intercontinentales.
En Brasil también cosechó muchos títulos. Con la camiseta del San Pablo consiguió en 1971 y 1975 sel torneo estadual y en 1977 el torneo de Liga. En 1978, salió campeón del Campeonato Paranaense con el Coritiba. También vistió las camisetas de Palmeiras y de Bangu en Brasil y de Monterrey en México.
Es el jugador que disputó más mundiales con la selección uruguaya, el único con cuatro: Chile 1962, Inglaterra 1966, México 1970 y Alemania 1974. En total, entre clubes y selección, marcó 213 goles en 620 partidos.

EL TÚNEL BLANCO HACIA EL MÁS ALLÁ LE ABRIÓ LAS PUERTAS A PEDRO VIRGILIO ROCHA, QUE DIO EL PASO LARGO HACIA EL ADIÓS 3 de Diciembre 2013

EL TÚNEL BLANCO HACIA EL MÁS ALLÁ LE ABRIÓ LAS PUERTAS A PEDRO VIRGILIO ROCHA, QUE DIO EL PASO LARGO HACIA EL ADIÓS

Martes 3 de diciembre del 2013. Por 
Se fue. Sin amagues. Esta vez la noticia fue fuerte y firme. Partió Pedro Virgilio Rocha. El túnel blanco del pasaje al más allá abrió sus puertas para que el “Verdugo” transitara hacia el recuerdo, con el paso largo que siempre tuvo, con el que lo recordamos. Con la sobriedad exquisita que durante años deleitó con su fútbol. Con la sonrisa sana que dibujó en su rostro a lo largo de su vida.
Tuvo que pasar momentos difíciles. Una enfermedad neurológica le fue cercenando su potencialidad. El ídolo no tuvo los años finales como debió tenerlos. Una vez más no supimos darle el reconocimiento a una persona que mucho nos dio. Pero no es esta la hora de suscribir nuestros fracasos. Es momento de entornar los ojos y que las imágenes de un brillante jugador nos deleiten el alma, aunque se entrecrucen con el dolor profundo que la realidad impone.
Se nos fue Rocha. Se llevó parte grande del sentimiento. Hoy hubiera cumplido 71 años. Hasta a esa fecha le hizo una gambeta.
Hace un tiempo atrás, nuestro compañero Joselo Olascuaga -pluma ilustrada, si las hay- escribió una nota sobre Pedro Virgilio Rocha. Nada mejor que incorporarla a este hoy que, si bien castiga la sensibilidad, debe abrir el espacio ancho de la consideración y el reconocimiento.Rocha-Pedro
JOSELO OLASCUAGA TITULÓ: “SOLAMENTE UNA VEZ”
La tarde que lo entrevisté –en una hermosa casa de un amigo suyo en Montevideo– Rocha estaba orgulloso como entrenador de haber formado a futbolistas de la calidad de Raí y de Cafú, pero lo que más quería saber yo era de qué gol suyo se enorgullecía más.
Pedro Virgilio Rocha en Montevideo
Era fama su primer gol en un clásico, cuando la agarró un poco más atrás de la mitad de la cancha, disputándola con Douksas. Fueron los dos con el pie en alto, pero Rocha llegó primero y se la tocó por arriba y se la llevó, le salió Ruben González, lo pasó a la carrera y se fue encima de los dos zagueros, que eran Cococho Álvarez y Manicera. Le amagó a Manicera para afuera y se abrió, le amagó a Cococho para el otro lado, también se abrió y el salteño Rocha pasó por el medio. Entonces le pegó fuerte; la pelota entró y salió. Después hizo el segundo de tiro libre. A partir de ahí casi siempre hizo goles en los clásicos. En Brasil también: era raro que en un partido contra Palmeiras, él saliera sin hacer un gol, y en clásicos continentales, tanto con Peñarol como con San Pablo, muchos del salteño fueron golazos de aquellos, pero cuando le pedí que me contara su mejor gol, me nombró el cuarto contra River en Chile y me contó uno de penal.
“Contra Real Madrid en el Bernabeu, el gol fue de penal, pero yo había hecho la jugada. El penal me lo hicieron a mí y fue una jugada muy linda”. Fue el primero de aquella primera final de la Copa Intercontinental del 66.
En estos últimos diez años, mientras el Barcelona acostumbraba derrotar al Real Madrid, fueron llegando a Uruguay varios futbolistas africanos, en cantidad como nunca antes. Por sus testimonios y por otros (oídos a propósito del más reciente Mundial), comprendí que aquel partido en Madrid había, por ejemplo, hecho hinchas de Peñarol a varias generaciones de africanos aficionados al fútbol, la de los padres y abuelos de estos que vinieron. Ganarle ese partido al Real Madrid en el Bernabeu en los años sesenta fue de una trascendencia que hoy es difícil de concebir, pero yo quería que me contara otro gol, el que yo hice, solamente una vez, porque salvo esa vez, yo nunca fui Rocha.
A los seis años yo era Spencer. Le hice tres goles al Real Madrid por las finales de la Intercontinental (no uno: tres, uno allá y dos aquí) y Carlos Solé los relató con mi garganta. Los hice y los relató cómo ochocientas veces. Y los hacía de verdad. Hasta que los demás chiquilines dejaron de decir que eran Artime, Masurquievichi, Manga y yo tuve que dejar de decir que era Spencer.
Pedro Virgilio Rocha
Pedro Virgilio Rocha en momentos que nos dio esta nota.
No hice más goles. Lo que me quedó de Spencer fue la costumbre de pellizcarme el labio inferior mientras veo cómo viene la jugada.
Pero a los seis años yo integraba la delantera de Peñarol y era el goleador, el que definía con elegancia. Porque Rocha era un jugadorazo que tenía pegada, toque, dribling, cabezazo, toda la técnica, el Pardo Abaddie sabía más que Aristóteles, el Lito Silva pivoteaba con un sentido del juego colectivo y de la resolución veloz que a la tribuna le faltaba años para llegar a entender (y menos aún entendía al Boniato Forlán); Joya era la única maravilla verdadera, aunque en la escuela la maestra hablaba de las siete maravillas y no lo incluía; la vida no me había obligado todavía a pensar en la muerte como un adulto, así que yo no sabía que existe la fatalidad, que nada es eterno y que algún día el Cacho Caetano no iba a rendir tanto e iba a dejar de jugar. El Tito Goncálvez sufría y luchaba por todos y eso le daba derecho a mandar, en un equipo que a veces tenía que dar vuelta un partido porque en el primer tiempo nos habíamos boludeado.
En la escuela éramos muchos de Mar de Fondo, pero de Peñarol o de Nacional, según las familias. Yo iba a ver a los dos. Mi primo, el mayor, me llevaba a la Colombes contra la América, bien arriba, a estudiar los movimientos de Nacional –mi primo era fanático de la táctica, fue el primer hincha de Espárrago que conocí; hoy mi primo es cardiólogo–. Pero yo era Spencer, así que jugaba cuando iba con mi viejo y los vecinos, en barra, a ver a Peñarol. Mi viejo era un hincha admirador y algunas veces discutía con los que en vez de alentar, presionaban, porque no entendían al Lito y despreciaban al Boniato o decían que Rocha era frío, ¡por Dios! No sé si mi viejo los defendía porque los entendía y apreciaba, pero yo sí, sin duda, ¿cómo no los iba a entender si yo era Spencer? Tenía razón el viejo.
Yo acostumbraba pellizcarme el labio inferior mientras esperaba, para ir a buscarla a ese preciso lugar a la entrada del área, donde Rocha me la iba a dejar servida para que definiera al pie de apoyo del arquero, que era mi definición preferida, pero una vez no fui Spencer, porque esa vez Spencer no jugó. Fue el 2 de febrero de 1967. Era la final de la Copa América entre Uruguay y Argentina en el Centenario. Si empatábamos eran campeones los argentinos porque nos llevaban un punto. El Estadio estaba repleto. Faltaban quince minutos para terminar el partido; el tiempo se nos iba y con él se nos iba la Copa, pero yo esa vez era Rocha y saqué un tiro impresionante de afuera del área venciendo al golero Roma, aquel de Boca. Uruguay fue el Campeón, manteniendo el invicto por Copa América como local.
En la entrevista yo quería que dijera ése, porque solamente en ese gol yo fui Rocha. Y después fui adulto.Pedro-Virgilio-Rocha
Ahora mal: habrá un sólo momento en la vida de cualquiera, en que ese cualquiera será Rocha, se identifique o no con él, piense lo que piense sobre el fútbol y juegue e ignore como un niño o ya sepa y trabaje como un adulto. Que el partido entre San Pablo y Peñarol en homenaje a –y en beneficio de– Pedro Virgilio Rocha, no se nos quede en el tintero, por favor.
Porque un luchador se la está jugando en una clínica de Brasil.
De este momento de esa lucha no se salvará nadie, en ésa todos seremos Rocha una sola vez y Rocha nos gratificaría el homenaje y el beneficio, reuniéndonos por un instante para presentir la necesidad de volver a concebirnos colectivamente, como adultos que jugaron al fútbol o a cualquier otro juego humano, ahora, cuando no son pocos -son muchísimos- los que se “autoencapuchan” en las tribunas como niños que juegan a los personajes violentos de las películas y programas clase Z, los que nos saturan las pantallas, donde los guionistas ya tenían pautado por la industria, cuántos disparos y cuánta sangre sin historia, tenían que hacer aparecer por secuencia, para que el guión fuese aprobado y el producto vendido, un homenaje al que jugó como nadie e hizo jugar a todos sanamente.